jueves, 9 de marzo de 2017

David, Goliat y Yavhé.

Hola David
Me he estado acordando, últimamente, de cosas que que ya no recordaba. Creo que la presencia de Goliat me está haciendo más mal que bien porque no paro de recordarte en sus ojos. Y de compararte. Los dos sois más ciegos que un inocente, o lo soy yo, pero esto es como el juego del lobo ¿Sabrías tú quién sabe más de lo que dice si actúa como un ignorante? ¿Sabrías tú que yo estaba enamorada de ti si no hubiera hecho aquél juego estúpido? Qué mal me declaré. Qué poco quise besarte, porque no te gustaba. Me gustaba todo tu cuerpo pero tu boca era sagrada. No, David, tu boca no estaba hecha para mis inexpertos besos, pero tus hombros, tus caderas, tu cuello, ay, lo que hubiera trazado con saliva todo tu cuerpo. Y ahora me entero por ella que besas bien. Claro, que Sabina hace eso, todos los poetas en general, recurren a lo primero como ideal. Y qué sabrás tú de cómo fue David. No te odio, no voy a rebajarme a la misoginia, pero sólo me gustaría decirte que hubo más mujeres antes que tú, que tienes suerte, que tú no tienes los dos años que yo tuve con él, que ahora es otro, que el chico que yo conocí era solitario, era un fantasma de sí mismo, era él. Él no besaba, él no amaba, él solo guardaba rencor. Y era tremendamente estúpido porque se enamoraba de seres inferiores a él, porque no se enamoró de mí, yo que le enfrentaba y le adoraba, yo que era su igual aunque no lo supe ver.
Hoy vengo a contarte que he bailado con Jorge desde que me dio indiferencia. He entendido que lo que más me duele de no tenerte, ni a ti ni a Goliat, es que no me recordais, que no tenemos algo en común que pueda marcaros a fuego. Y aunque con Jorge fui nada, con el tiempo he tomado la forma de "la chica aquella", sí, con la que te acostaste una noche de borrachera, y aunque volvieras con tu novia, ya no me podrás olvidar. Ahora sé porque la canción de Zahara me hacía revolverme incómoda. Porque encerraste todo en esa habitación. Porque fui un mero trance. Pero al final, al final me siento extrañamente bien, me siento extraña. Aún me da rabia, pero supongo que es lo que me toca, no sé qué tendrá contra mí la vida, la mala suerte, el destino. Ya no me acuerdo apenas de ti. Bueno, tal vez esto se deba a que Goliat me dijo cosas más calientes aquella noche que tú. Tal vez porque él hizo que callara cuando nadie me puede callar. O tal vez por el triste y superficial hecho de que él me dijo todo lo que siempre he querido oír, aunque no fuera real para él. Tal vez es por esa sonrisa, o lo mucho que ríe, o lo inteligente que es, o lo guapo que es a mis ojos, ay, el otro día casi se me sale sonreírle como solía sonreirte a ti, David, con una ternura tal que siempre acababas apartando la mirada avergonzado. Él también lo haría. Lo siento, David, pero te reprocho algo que los dos hemos cambiado. Ahora nos gustan los besos. Claro que a ti te gustarán más que a mí ya que al menos la quieres, y te quiere. Yo soy un mero producto de lujuria. Con Goliat fue distinto,creo creer que sí, pero no, ay la lujuria, qué mala es. Y el olvido, claro. Y el no hablar, el silencio, el fingir y los secretos, pero sobretodo el olvido.
Bueno, pero, a lo que iba. Que últimamente se me vienen a la cabeza más recuerdos de lo normal. No ha sido una semana muy normal, claro. Pero te recuerdo mucho. Y Goliat. Ay qué voy a hacer con esto.
Estoy reducida a tríos. Tríos de amistad, dos y uno, y tríos de amor, la chica, él y la otra. Tríos. David, Goliat, y a ver cuando llega Yavhé.

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