sábado, 27 de agosto de 2016

Corre, corazón, de los dos tú siempre fuiste el más veloz.

Todo esto me recuerda (es una anécdota graciosa, vale, muy de mi estilo) al anterior blog que tenía. Susurros del tiempo. Ahora la palabra susurros ya no me gusta, ahora grito al tiempo, le digo al destino que muchas gracias, que sí, que me quito el sombrero, que me ha dado todo lo que quise desde aquella tarde de noviembre. Le grito que lo siento por no haberme dado cuenta antes que todas las postales que guardo ya no son para mi hija, si no que son para el propio tiempo, para la mujer que seré en veinte años. Le grito que gracias por todo, supongo, me ha dado mil cosas, menos lo principal. Me ha quitado de golpe las ganas de escribir, o no, la inspiración, a David, al sexo, a los relatos eróticos en los que imperaba el diálogo como medio de un fin, a Malvina y las rutas del 25 hasta el cementerio de San Isidro. Me ha quitado esa canción, la de corre corazón, huye de este amor, etc etc, si vale, y ahora lloras, porque ella siempre tuvo una voz bonita, y tú te lo mordías, yo, me mordía la voz para no gemir y jadear tu nombre, maldito nombre (bendita lengua, ah, sí ¡Deja de hacer eso!). Me ha quitado a Nerea, a su maldición, y la canción en la que maldice al agua. Me ha quitado los pros, y los contras, en fin, toda la historia que sigue a este, los secretos, las traiciones.
Volvamos al centrado, venga
Venga
Y voy.
Y qué.
Vamos, cariño, sigue.
Más.
No, no estoy pensando.
O sí.
Bah.
Ya pasó, no se va a repetir.
Súperalo.

Estaba pensando en esa historia, sí
en la que la sombra de mi yo entre comillas
le decía a la mujer de 20
que siempre iba a querer
al chico que hoy cumple años.
Así que por esa chica, la que creía amar
a todo lo que le dio miedo tiempo después,
te digo hoy, domingo, día en el que
hace 19  años  no naciste
y sí naciste en viernes, como yo, como la abuela
que eres un muchacho no excelente
que espero que hayas crecido bien
o madurado, al menos. Y que deja esos ojos triste
que nunca vi ojos más tristes,
tristes,
miseria,
aja,
¿tenías esos ojos el 14 de noviembre?
ay, espera, que no lo puedo saber, porque
*reíros*
nunca llegaste a mirar al corazón de mazapán
que moldeaste con tu banda sonora.
Todos tenemos una banda sonora
que suena de fondo mientras
que nos rompen el corazón.
Maldita música.
Así que, felicidades, al primer chico de mi vida,
al que quise rescatar de una torre,
que me embarazara,
y me llevara con su familia
 a ese pueblo en ávila.
Felicidades, espero que hayas madurado,
de verdad.
Tira para el otro lado, quilla. Mueve las caderas.
 que el anterior blog se llamaba 
Susurros del Tiempo, con mayúsucula,
porque no me gustaba susurrar,
no lo hacía bien.
Ajá, tampoco creías que ibas a gemir y lo hiciste,
acá amiga, nunca digas nunca,
supéralo,
Me lo dijo el segundo chico, sí, lo de susurrar. 
Desde entonces me da asco, en fin, mostaza, y lo de
no 
gritar
chico
por eso eres un cofre sin valor
porque no gritas.
Y ya no sé si soy especial o no
si me creo o no
algo que no soy o sí
pero Susurros del Tiempo me recuerda a esta entrada
y la voy a colgar porque
cuando estás perdida en las letras
volver al principio
siempre
siempre
es la solución.

Vamos a meter aquí un bueno que ya lo he borrado muchas veces. Bueno, que por eso escribo hoy, para decirle que Felicidades, que se pudra, que ojalá le vaya bien, y tenga que abortar algún amor tóxico, porque ajá, seguro que los tendrá. Esta es la que soy cuando la literatura no me viene bien. Se quedó en Suiza, creo, en esa manta marrón de lana, en la que me escondí al pasear junto a los fresnos, cerca del campo de fútbol. ¿La literatura o yo? Bueno ¿Hay diferencia? 
Del disco ¿Con quién se queda el perro?
yo digo que siempre tuve un gato.
Un gato porque me hiciste independiente,
no un perro, porque ellos son fieles, y tú
no
ni 
yo
no sé quién aprendió de los dos por primera vez esa
lección.
De la canción ¿Por qué no podíamos ser agua?
te digo que tú me hiciste gasolina
porque quemo al temblar en las cenizas del recuerdo
y exploto cuando accelero sin pensar.
De la manta marrón de m infancia
te digo que no he vuelto a taparme con ella,
que la tengo a mis pies
todas las noches
aja
para que vea lo mucho que la toco
con los pies
por lo mucho que he crecido
en altura
y en madurez.
De la canción I wish you were here
te juro
que la escuché un par de veces años después
y sólo me recuerda
que ya jamás la volveré a escuchar
sin pensar en mi mejor amiga.
En que te perdi, y a ella, en una canción.
Parezco la dramas, i know, supérenlo.
 

lunes, 22 de agosto de 2016

A cualquier otra parte.

No suelo escribir poesía, no hago versos, no sé dónde poner las comas, ni las puntos, ni cuándo es el momento exacto para balancearme y saltar desde el punto final a la estrofa siguiente. No me acuerdo del último verso que escribí, sólo retazos de palabras, algo sobre 2013, sobre que era un nuevo año, sobre cosas que no me perdonaré nunca, y cosas que siempre serán odiadas por mi nombre. No, negativo, no me acuerdo de la poesía, y sin embargo hoy la poesía viene a mí, ahogada, sufrida, a bocanadas, respirando, excitada, gritándome que podría ser otra cosa. Me viene conquistándome, cómo si no supiera que es una mentirosa, que siempre lo ha sido, que por la poesía empezaste, y por la poesía acabarás muerta por vejez. Me dice, en voz baja, que las canciones que no entiendes son las que más escuchas, las que vienen escritas en otro idioma y se reducen a la melodía en tu cabeza. Ese soniquete, el de las últimas veces. Eso es la poesía.
No escribir así
ni poner la letra centrada
ni pensar en las noches sin estrellas en Madrid.
ni Jurarte que escribirías con mayúsculas en los principios.
No es tener miedo de ella,
de las comas que se resbalan y caen por su peso
ni pensar en las metáforas que tienen sentido
o las palabras finales que podrían pegarse y no lo hacen
La poESÍA es escribir sin signos de puntuación,
decirla, gritarla, que es una malhablada,
que es terriblemente sucia y no tiene donde caerse
MUerta.
La poesía es espacios en blanco, bocanadas ahogadas, porque un texto narrativo saca mucho de dónde no hay
y los que escriben poesía o se limitan
o no escriben con versos largos
porque no quieren que los que les leen
su querida
piense que piensa en ella
cuando
se olvida de ella.
Y bueno, nos sobran las comas, los espacios reglamentados, las letras sin mayúsculas, y los orígenes sin el latín.
Pienso en poesía mucho últimamente.
Lo hago porque me he puesto límites.
Ya no sé escribir, pero lo necesito.
Así que como un texto narrativo dejaría mucho de mí,
escribo de poco a poco
y en versos
que cada vez
se hacen
más
pequ
o
s.
Para que tengan forma de copa, que es lo único en lo que debería no pensar.
Para que tenga forma de coño
y olvide
que alguna vez
contaste mucho de ti
y ahora te
aban do nan
.

La poesía es de los que se ahogan con folio en el escritorio, los que deciden que el amor siempre va a estar donde nacieron:
en una encruzijada.

Bueno, a todo esto, recordarme que haga la lista de compras de cosas que alguna vez no tuve que comprar y olvide mencionar que los dos hemos quemado un anillo, que parece justo este divorcio, que yo soy la que me quedo sin casa, y tú el que te quedas con la Ginebra aunque no la bebas ni tampoco la quieras.
Y recordarme que no cuente nunca más cosas que están enterradas en Madrid. Recordarme que no vuelva nunca a la casa de campo, para enterrar en folios lo mucho que te techo de menos, ni para desenterrar recuerdos de hombres malos que hicieron cosas malas.
Recordarme, casi se me olvida, que no cuente nunca jamás porqué me hice feminista, porqué no soy tan virgen como le aceite, y porqué me empeño en ser algo que dejé de ser cuando era niña.


Esto lo escribo así,
en centrado,
porque no sienta bien las frases largas,
porque me ahogo,
sólo de pensar,
en que me pude haber roto y no lo hice.
Y que ahora, que ya nada podía romperme,
tú, estúpido David, has llegado con tus piedras,
a sepultarme en el rencor,
de haberte contado
todo lo que siempre quise,
todo lo que me ha jodido este sábado,
todo lo que me dolió
que me hayas abandonado
y te hayas llevado mi secreto
sin poder
recuperarlo.

Siempre tengo algo que demostrar, por eso soy tan lanzada, por eso todo el mundo se echa atrás cuando yo doy dos pasos seguidos sin esperar respuesta. Bien, esto es lo que demuestro:
Que la poesía, no se hizo para mí, porque yo siempre tuve mucho que contar, mucho espacio, mucho tiempo, poco sentimiento, y nada de ganas de follar hasta que conocí al amor de mi vida. Y el amor de mi vida no es una persona ajena, soy yo misma. Y cuando la conocí, hace apenas un año, me enamoré tanto tanto de ella, que conseguí romper un trozo de mí para dárselo a alguien más. Pero no pensé en las consecuencias, creía que mi enamoramiento iba a ser duradero. Y no lo ha sido. Ahora sólo quiero mi secreto de vuelta para contarle al que me dijo lanzada que abusaron de mí hace tiempo y que nunca lloré aquello hasta que este finde ha vuelto a mí, a mi memoria.
Por lo que
la poesía y yo
tenemos
forma
de un
co
ñ
o.