lunes, 2 de enero de 2017

Dirty secret.

Hola David
Desde que te conté, bueno a ti y a Malvina, todo lo que pasó desde que no me dijiste adiós pero te fuiste, he encontrado una calma que a veces se hace pesada. Es una calma tranquila, como el balcón de la casa de Olga, o la fila de cipreses que había en Suiza, o cualquier recuerdo que se me venga ahora a la mente:
-Las tardes en la piscina de Aluche
-La calma después de todos los orgasmos que me ha dado tu Goliat
-El silencio de Laura en el autobús de Granada
-El cementerio de San Justo a las tres de la tarde
-El paseo en la casa de Annecy
-Cuando pensé  que Ángel existía de verdad
-El balcón de Cercedilla en el atardecer
Una calma que sólo se apaga cuando ansío más de la vida, más de Víctor Hugo y su manifiesto romántico, más de las mujeres en el renacimiento, o más de Charles en una revolución que nunca fue suya. [...]
¡Hola David! Mira vamos a dejarnos de cursilerías ¿de acuerdo? ya se acaba una fecha y empieza otra y ojalá pudieras verme ahora, no estarías orgullosa de mí pero ¡me da igual! porque yo sí que lo estoy. Creo que si no nos hubiéramos concocido cuando lo hicimos nunca habrías tenido la oportunidad de cortar mis alas porque éstas no estarían pegadas a mi cuerpo con cera, como antes, si no que las habrías admirado, criticado, y dicho en susurros que el hierro no se adhiere a mi piel con la facilidad de la cera. Y a mí me habría importado un pimiento. Pero me cortaste las alas porque vistes que éstas crecían con tanta rápidez que perdía las plumas cada vez que me acercaba a ti, del peso, de lo grande que eran.  Tuve todo un año para conocerte. La gente dice que es imposible conocer a alqguien tan intimamente en tan poco tiempo. Pero no nos conocen a ti a y mí ni las horas que nos pasábamos hablando. Se trata de la lengua.Cambia el tono, corazón.
Mi primer lío fue un escocés. Tenía unos profundos ojos azules y no mucha experiencia. Nos conocimos en la fiesta de cumpleaños de mi, en otro tiempo, alma gemela. No me acuerdo de mucho, sólo que bailé y bebí y abracé mucho a la gente. Bailé un poco con Jorge, y tuve que apartarle de un manotazo. Ya sabes que, aunque a primeros de año era más inocente, siempre he sido más apasionada de lo que me conviene. No reconocí el deseo hasta que empecé a bailar con los hombres. No te rías, creo que ésto se lo conté a Nerea cuando tú estabas delante pero aquella noche no reocnocí que la frase "duro como una piedra" es bastante cierta. Ha sido mi forma de expresión favorita. El mejor preeliminar. El grito de sentimiento más notorio. Porque ¿Cómo despertar el deseo de una mujer que tiene miedo de los hombres? ¿Cómo decirte, David, que desde que te conté mi secreto el baile ha sido mi forma de decirle a los hombres que son míos pero que yo nunca voy a ser suya? ¿Cómo decirte, también, que hasta ahora los hombres eran todos iguales para mí, hasta que llegó tu Goliat?  Nos presentó una chica que desconozco. Y luego nos echaron de la fiesta. Él me cogió de la mano y subió conmigo la escalera. Nunca te fíes de un hombre que no te coge de la mano para subir las escaleras. Sé ese hombre, David, porque te enseñé bien ¿me oyes? Trátala con cuidado, y siempre pregunta antes de hacer algo. Cógele de la cadera y baja la mano cuando ella gima en tu boca. Nunca antes. El escocés me llevó a la calle y no me soltó la mano. Lo siento si estoy interrumpiendo la historia pero hay algo de cada hombre que lo hace único en mi memoria. Normalmente no es su lengua si no un gesto ajeno a la zona oral que no hace ninguno otro. Del escocés recuerdo su mano entrelazada en la mía. No sabía qué estaba haciendo. Yo le dije "¿En serio hemos venido aquí arriba para eso? ¿Ya?" él me dijo que no íbamos a hacer nada que no quisiera. Me pareció tan tierno. Así que me lancé y le besé. Siempre me he separado yo la primera en los besos porque me parecen aburridos. No despiertan nada en mí. No soy chica de besos. Al menos los de algunos. Me dijo que era su primer lío. Y yo pues anda ven, experimenta un poco más. Ay David, si me hubieras visto allí, besándome con el tercer hombre de mi vida rodeada de una multitud. Y el padre de mi amiga diciendo algo así como "Ay la juventud de estos tiempos" Ay, chico, si me hubieras visto en casa de Santos sí que te hubieras escandalizado. El escocés me habló a la mañana siguiente pero no salió nada. El caso es que nos fuimos a casa de este Santos y allí en el salón pusieron música. La prima se puso a bailar encima de un chico, a horcajadas y yo me quedé fascinada. Quise aprender. Santos se ofreció voluntario. No te rías, David, mira que te estoy oyendo. Le bailé a horcajadas durante toda la noche. Yo notaba algo duro al restregarme pero no fue hasta meses después que supe que aquéllo tan duro no era la cremallera de la bragueta. Le cabalgué tanto tiempo que a la mañana siguiente tuve las peores agujetas que recuerdo. Fui muy buena, cariño. No es por fardar, pero creéme cuando te diga que se me conoce por bailar a horcajadas de los hombres en sillas. Fui la morena de Santos, y luego la rubia de la graduación. Me pasaría las fiestas a horcajadas de un hombre, bailando. Bueno, luego bailé con otro muchacho, amigo de este Santos. Se quiso liar conmigo. Y yo como "Me he liado con tu amigo" y él "Ay va lo siento no lo había visto" Pues claro que no lo había visto, porque no me había liado con Santos.  Sólo le cabalgué, ni siquiera me atraía. Ya puedes llamarme zorra, yo me lo llamé muchas veces en las semanas siguientes. Hasta que me hice con la palabra. Ahora me encanta que me llamen zorra, porque somos precisamente nosotras las que mejor nos lo pasamos. No es como si fueras a llamarme zorra alguna vez, David, pero tú y yo sabemos que me dijiste cosas peores que eso. Cosas tan hirientes que el insulto de zorra se ha convertido en un cumplido para mí.
No sé si fue en febrero cuando empecé a sentirme yo misma. Me reconocí en mi propia piel, me miré en el espejo y me convertí en mujer. Antes era soñadora. Antes no era yo. Antes era un despojo enamoradizo. Ahora tengo criterio. Fueron especiales aquéllos meses. Aprendí a juzgarte y a odiarte. Aprendí a mirarte desde los ojos de la mujer sexy y guapa que bailaba en clubs para atraer al deseo. No fue fácil, David. No fue fácil perder la fé en ti, dejar de creerte un Dios, ni perderme en el rencor de tus ojos cada vez que te decía que no me tocaras. ¿Quieres saber porqué te pedía que no me tocaras? A veces era por el escalofrío de deseo que me recorría, entonces lo almacenaba en mi memoria y lo sacaba a relucir por las noches, con las manos por el sur de mi cuerpo. Otras veces, las más, era porque me daba asco. Me daba asco que tocaras la piel de una zorra que cabalga hombres. Así que me revolvía en mi propia piel: en casa era la zorra orgullosa y a tu lado la mujer que no te merecía. Fue extraño convivir conmigo esos meses. Aprendí a quererme a la vez que entendía la definición de honor, y entonces ya no lo hacía. Aprendí a quererte de manera más madura, pero la mujer que intentaba nacer no estaba de acuerdo con el hombre escogido. Ella quería un intelectual que supiera besarla los pechos y luego que la hablara del dolor de Machado en su "Al olmo hendido por el rayo" Te quería por la parte intelectual pero no le dabas gusto a la mujer que estaba naciendo en mí.
¿Te acuerdas de la fiesta de Nerea? Al sentarme a tu lado, embutida en el mismo vestido que usé para Goliat, me dijiste que bailaba muy bien. Pues claro, tonto, tuve una infancia barriobajera, ¿qué te esperabas de una niña que creció en un barrio de latinos? Claro que sé bailar. Sólo que bailando como una profesional no se llega a atraer al deseo. Hay que llamar al instinto, David. Tú te limitaste a decir que bailaba bien, pero porque no me viste bailar con ningún hombre. Entonces cambiarías de opinión. No bailo bien; me restrego bien. Contigo fui modosa porque no quería que me vieras así. No tú. No mi Dios. No mi religión.
Después Laura y yo fuimos por su cumpleaños a una discoteca. Me lié con el hombre que tiene hombre de rana. Maldito hombre. Fue mi primera inseguridad. Me dijo "Te gusta mucho morder el labio"  y yo qué dices, si te estoy besando. Pues resulta que no. Que me han enseñado mal. El estúpido me quitó lo que más me gustaba de los besos: usar los dientes. Te voy a robar el receptor, David. Bien, hombre con nombre de rana. Los dientes están dentro de la boca asíq ue es completamente lógico que cuando le estás comiendo la boca a otra persona uses los malditos dientes. Si quieres te hago una maldita lista con todo lo que puedes hacer con ellos. Primero, morder el labio, entonces haces suspirar, jadear, gemir, suspirar, y aprovechas para meter la lengua. Es una increíble manera de decir "Te voy a meter la lengua hasta la garganta pero tienes unos labios preciosos" Segundo, morder la lengua. Los hombres son estúpidos cuando no ríen en mitad de un beso. Si a mí me gusta el beso estoy totalmente sonriendo así que si me muerdes la jodida lengua vas a hacer que sea juguetón y que me ría más. Se llama crear un beso, crear intimidad. Tercero me fascina cuando chocas los dientes con la otra persona. Sé que la gente lo toma como un "No tienes experiencia, se trata de no chocar los dientes" pero si volvemos a mi paso dos es completamente razonable que me guste notar los dientes de la otra persona ya que cuando sonríes descubres los dientes. Mira, corazón, me haces poner los ojos en blanco porque desde que me lié contigo, maldito día, he dejado de jugar con los dientes si no estoy absolutamente borracha. A Jorge le mostré los dientes cuando le estaba comiendo la polla y tuvo que decirme "Los dientes" y chico, ya te dije que me gustaba los dientes, pero no te voy a morder sólo quiero jugar.  Hombres.
Bueno, me creó un problema el hombre rana. Ya de repente no sabía besar. Sigo sin saber. Error. Sabía. No fue hasta hace poco que entendí que no es que no sepa besar sino que no sé besar rápido. Los hombres quieren comerte la boca igual que meten la polla, mete saca y lo más rápido posible. Bien, amigo, hay una cosa llamada intensidad, refuerzo, acción reacción. La lengua es asquerosa, ya no digamos, la saliva, así que haz el jodido favor de hacerlo un poco atractivo. Ahora ya he superado aquéllo, pero sigo sin jugar cuando beso. Antes me encantaba hacerlo. Dios, abría la boca, le decía que se estuviera quieto, y lamía su lengua. Y luego me apartaba. Sonreía. Me lanzaba a besarle pero nunca llegaba a tocar sus labios. Él me miraba, arqueando el labio. ¿Quieres besarme? Pues ven a por mí. Ellos se lanzaban pero yo me apartaba. Me reía. Ellos se quedaban frustrados. Luego me lanzaba con fuerza, le comía la boca rápido, como a ellos les gusta, pero luego disminuía el ritmo. Entonces nos descoordinábamos. Y yo volvía a hacer el truco. Me gusta llevar el ritmo. Bueno, me gustaba. Hasta que me empecé a liar con hombres que sí me importan y no quiero juguetear porque me da verguenza hacer el ridículo. Lo hice con Jorge, pero la mayoría de cosas que hice con Jorge no las recuerdo de lo borracha que iba.
Bueno, David, vuelves a ser el receptor de la carta. Después del jodido hombre-rana le dije a Laura que la próxima vez que me liara con un tío por favor se quedara mirando para decirme si besaba bien o mal. Es como ese vídeo que tengo en instagram. Ese no lo has visto porque ocurrió en Barcelona, y en Barcelona tú yo ya no estábamos juntos. Me hicieron una broma en un bar con un falo de plástico y la cosa acabó tan mal que hasta el camarero me dijo: "Pero chica, abre más la boca y cubre los dientes. Tú algún día le vas a dar un disgusto a un hombre" Bueno, señorito, que tenía cinco centímetros de ancho, y desde la última vez he visto varios tutoriales. Y no le di ningún disgusto al último ¿sabes? Claro que tampoco era muy dificil. Al fin y al cabo tuve un par de ovarios al chupársela siendo la primera vez que veía  a un hombre desnudo, al menos la primera con mi consentimiento.
¿Por dónde iba? Después ocurrió lo nuestro. Al principio creí poder superarlo. Desde que te fuiste he superado muchas cosas, David, pero a veces se me hace cuesta arriba no tenerte ahí para contártelo. Ahora sé que nunca podré superarte. Que eres lo mejor y lo peor de mi vida. Sin más. Amaré a más hombres, admiraré a Goliat. Pero nadie será como tú. Nadie me recorrera el cuerpo con un escalofrío y se convertirá en mi obsesión.
Luego estuvo el irlandés. Este irlandés no es irlandés, pero el escocés sí que es escocés, y el guiri de después también, y el vallisoletano también es de Valladolid. Tengo un mapa muy concurrido. Bueno el irlandés fue un error y sólo me demostró que a zorra no me gana nadie. Los celos, nunca, David, son buenos. Lo hice por otro hombre. Pero en el fondo me alegro de haberlo hecho porque es uno de los mejores besos que he tenido. Bailamos antes. Siempre me lanzo yo, David. Debería ser más paciente en ese aspecto pero ya que crees que soy una impaciente para todo que esto reafirme tu teoría. Bailaba bien. Y con bailar bien me refiero a que me seguía cuando yo me restregaba. El beso fue lento. Fue por eso porque me encantó. Vi jodidos fuegos artificiales. Me quemaba hasta la última neurona racional. Fue tan intenso, tan sexy. Así que lo hice, cogí la primera silla que vi, le senté y me puse a horcajadas. Llevaba bragas, por lo menos, así que cuando la falda se subía la gente veía la lencería y no algo más íntimo. Del irlandés hay que sacar en claro dos cosas. La primera, que los hombres son unos paraditos. Bueno, algunos. Y según la cantidad de alcohol que lleven en el cuerpo. Le puse las manos en mi culo tantas veces que es algo indecente confesarlo. Porque me encanta eso. Pero oye, ni cuando me restregaba con ímpetu las ponía. Lo segundo es que fue con el irlandés cuando me di cuenta de que aquello duro que yo notaba no era la cremallera. Si no una erección en toda regla. Me di cuenta cuando él me paró y se metió la mano debajo del pantalón. Y nada, supongo que se la colocaría o algo, tampoco estoy muy versada en las incomidades masculinas. Ahí es cuando se me empezó a conocer. "Sí, esta es la chica de Santos, que le ha hecho lo mismo a " al menos por el barrio. Antes me avergonzaba ahora lo voy predicando. Empecé a pensar que tal vez no era tan malo eso de que te llamaran sucia, guarra, zorra. Tú no has leído lo que he escrito desde entonces, pero tengo muchísimos relatos eróticos que incluyen ese vocabulario. Tú te escandalizarías. Ya lo hiciste, al fin y al cabo, cuando el día que te dije que estaba enamorada de ti, te confesé que veía porno. Sí, David, veía porno, porque las chicas no llegan a tener sexo sin saber lo que es un orgasmo por su cuenta. Porque raramente consiguen uno gracias a un hombre. Al menos no un hombre real, aunque sí su fantasía. Ya veo que estás empezando a crecer en ese aspecto. Tal vez contarte mi secreto, cómo abusaron de mí, no fue correcto en el momento en que lo hice. Una chica se va a decepcionar  algún día porque no preguntaste antes de penetrarla y ese será el día en el que me entiendas. Recuerda que todas las mujeres tenemos una historia detrás. Todas. Y no una historia de desamor, si no una historia de reconstrucción, de crecer hacia fuera y no hacia dentro cuando tu cuerpo no ha sido tuyo, de superar y construirse como un rascacielos para que nadie llegue jamás a saber que has vivido tu peor pesadilla. Y espero que siempre pienses que te conté a ti, a un hombre, la historia de mi miedo y no supiste entenderlo. También abusaste de mí. Porque el confesor es igual de culpable que el asesino si calla.
Bueno, pero después del irlandés vino el guiri. No me gustaba el guiri pero fue una encerrona de una amiga. Besaba bien, o mejor, yo besaba bien con él. Le lamí la lengua. Me tocó el pecho. A ver, por favor, en verano no toquéis las tetas a las mujeres porque todo lo guardamos en las tetas. El móvil las llaves, el dinero y el bono transporte. Entiendo vuestra frustración cuando encuentras un llavero de minnie en vez de un pezón duro, pero, es verano, y e slo que hay si no quieres cargar con bolso. David, no me gusta pensar en ti tocando las tetas de otra mujer, pero ya que tienes unas manos tan grandes, haz el favor de no acercar tus grandezas en verano.
Bueno después del guiri llegó Jorge. No quiero hablarte de él. No quiero hablarte de él porque es injusto pensar que el día siguiente de perder tu virginidad recuerdas que no eras virgen. No es justo querer enterrar la cabeza en tu pecho y desear contarte que mi secreto no estaba completo, que había olvidado la mitad de lo que pasó aquél día. No, cielo, mi cielo, no es justo echarse a llorar delante de tus amigxs y que ellxs no puedan hacer nada porque sólo te necesitaba a ti. No porque te quisiera locamente y el amor me hiciera buscarte si no porque mi guardián estaba a kilómetros de mí y me sentía increíblemente sola. Ahora sé que todo este año he sido una mujer hecha a gusto de los hombres y no una mujer hecha a sí misma. Ahora sé que lo he sido es una aprendiz de ninfómana porque las víctimas buscan alivio.
Goliat ha cambiado un poquito eso. Laura también, incluso Eloísa. Ahora sé que Goliat te ha derribado a ti y tu orgullo de raza judía con algo más que una pedrada: con la verdad. David es el invento de una ciudad sometida por la rabia. David es la rabia. David eres tú. Goliat es un fantasma. Goliat es todo aquéllo con lo que has luchado: la bondad y el perdón. Y Goliat te ha ganado.
Quiero decirte que es una de las mejores cosas de este año. Conocer a Eloísa y a Goliat. Me han enterrado en el romanticismo y ahora Dickens se me queda soso. Ahora ya no tengo miedo del sur de un hombre. Ahora soy una chica que no quiere emborracharse porque prefiere el quedarse a dos velas que el arrepintimiento. Ahora tengo paciencia. Lo llevo bien David. Aún sigo queriendo ser la zorra, guarra y sucia que tanto deseo me moja pero prefiero la ternura. Quiero un Goliat tierno. Que bese rodillas y me pregunte si tengo curiosidad. Quiero la imágen de un hombre y no al hombre en sí. Quería al sexo y no yo practicándolo. No sé si es el Goliat correcto pero me he hecho a mí misma desde que perdí a mi niño y no dependeré de nadie más. Ni siquiera del romanticismo que me pueda procesar. No, cariño, porque enterarte de que eres víctima y tener un niño muerto es demasiado para cualquier zorra.
Bueno, David, quiero seguir escribiéndote desde esta calma que te proceso. He copiado al escritor que ha marcado la  vida de mi alma gemela de hace dos siglos.
Te pienso, cielo.
Y no he vuelto a llamar a nadie cielo desde... "que no dijiste adiós y te fuiste".

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