lunes, 22 de agosto de 2016

A cualquier otra parte.

No suelo escribir poesía, no hago versos, no sé dónde poner las comas, ni las puntos, ni cuándo es el momento exacto para balancearme y saltar desde el punto final a la estrofa siguiente. No me acuerdo del último verso que escribí, sólo retazos de palabras, algo sobre 2013, sobre que era un nuevo año, sobre cosas que no me perdonaré nunca, y cosas que siempre serán odiadas por mi nombre. No, negativo, no me acuerdo de la poesía, y sin embargo hoy la poesía viene a mí, ahogada, sufrida, a bocanadas, respirando, excitada, gritándome que podría ser otra cosa. Me viene conquistándome, cómo si no supiera que es una mentirosa, que siempre lo ha sido, que por la poesía empezaste, y por la poesía acabarás muerta por vejez. Me dice, en voz baja, que las canciones que no entiendes son las que más escuchas, las que vienen escritas en otro idioma y se reducen a la melodía en tu cabeza. Ese soniquete, el de las últimas veces. Eso es la poesía.
No escribir así
ni poner la letra centrada
ni pensar en las noches sin estrellas en Madrid.
ni Jurarte que escribirías con mayúsculas en los principios.
No es tener miedo de ella,
de las comas que se resbalan y caen por su peso
ni pensar en las metáforas que tienen sentido
o las palabras finales que podrían pegarse y no lo hacen
La poESÍA es escribir sin signos de puntuación,
decirla, gritarla, que es una malhablada,
que es terriblemente sucia y no tiene donde caerse
MUerta.
La poesía es espacios en blanco, bocanadas ahogadas, porque un texto narrativo saca mucho de dónde no hay
y los que escriben poesía o se limitan
o no escriben con versos largos
porque no quieren que los que les leen
su querida
piense que piensa en ella
cuando
se olvida de ella.
Y bueno, nos sobran las comas, los espacios reglamentados, las letras sin mayúsculas, y los orígenes sin el latín.
Pienso en poesía mucho últimamente.
Lo hago porque me he puesto límites.
Ya no sé escribir, pero lo necesito.
Así que como un texto narrativo dejaría mucho de mí,
escribo de poco a poco
y en versos
que cada vez
se hacen
más
pequ
o
s.
Para que tengan forma de copa, que es lo único en lo que debería no pensar.
Para que tenga forma de coño
y olvide
que alguna vez
contaste mucho de ti
y ahora te
aban do nan
.

La poesía es de los que se ahogan con folio en el escritorio, los que deciden que el amor siempre va a estar donde nacieron:
en una encruzijada.

Bueno, a todo esto, recordarme que haga la lista de compras de cosas que alguna vez no tuve que comprar y olvide mencionar que los dos hemos quemado un anillo, que parece justo este divorcio, que yo soy la que me quedo sin casa, y tú el que te quedas con la Ginebra aunque no la bebas ni tampoco la quieras.
Y recordarme que no cuente nunca más cosas que están enterradas en Madrid. Recordarme que no vuelva nunca a la casa de campo, para enterrar en folios lo mucho que te techo de menos, ni para desenterrar recuerdos de hombres malos que hicieron cosas malas.
Recordarme, casi se me olvida, que no cuente nunca jamás porqué me hice feminista, porqué no soy tan virgen como le aceite, y porqué me empeño en ser algo que dejé de ser cuando era niña.


Esto lo escribo así,
en centrado,
porque no sienta bien las frases largas,
porque me ahogo,
sólo de pensar,
en que me pude haber roto y no lo hice.
Y que ahora, que ya nada podía romperme,
tú, estúpido David, has llegado con tus piedras,
a sepultarme en el rencor,
de haberte contado
todo lo que siempre quise,
todo lo que me ha jodido este sábado,
todo lo que me dolió
que me hayas abandonado
y te hayas llevado mi secreto
sin poder
recuperarlo.

Siempre tengo algo que demostrar, por eso soy tan lanzada, por eso todo el mundo se echa atrás cuando yo doy dos pasos seguidos sin esperar respuesta. Bien, esto es lo que demuestro:
Que la poesía, no se hizo para mí, porque yo siempre tuve mucho que contar, mucho espacio, mucho tiempo, poco sentimiento, y nada de ganas de follar hasta que conocí al amor de mi vida. Y el amor de mi vida no es una persona ajena, soy yo misma. Y cuando la conocí, hace apenas un año, me enamoré tanto tanto de ella, que conseguí romper un trozo de mí para dárselo a alguien más. Pero no pensé en las consecuencias, creía que mi enamoramiento iba a ser duradero. Y no lo ha sido. Ahora sólo quiero mi secreto de vuelta para contarle al que me dijo lanzada que abusaron de mí hace tiempo y que nunca lloré aquello hasta que este finde ha vuelto a mí, a mi memoria.
Por lo que
la poesía y yo
tenemos
forma
de un
co
ñ
o.


No hay comentarios:

Publicar un comentario