jueves, 20 de julio de 2017

David e Goliat.

Hola:
Por primera vez no me dirijo a nadie. Ya no sé a quién hablar, o si lo sé, no quiero que éste lo sepa, quiero callarme, velarme, que no se note quién es Goliat aunque ya sea un secreto a voces, aunque se me note tanto en la mirada que es casi un pecado no pedir un milagro, sentirme pena, suspirar, y decir "Anda, anda, ya se pasará". Pues claro que pasará. El tiempo cubrirá de musgo este árbol mío, joven aún, frío, egoísta, y echará de sus ramás cualquier indicio de nido, se sumergirá en sí mismo: siempre fui un sauce, que llora pero no rompe a llorar si no que se le escapa, crece hacia abajo suavemente, y al final nadie sabe qué fue de su corazón. Y los años, aunque hoy se digan tan rápido, pasarán lentamente, pensando, rememorando, todo lo que pudo ser y no fue, lo ajeno que resultó la literatura esta vez, el miedo tan tonto a escribir algo más largo que este suspiro. Pasará, como todo lo que no pasa, y me dejaré caer un día junto a la tumba de Malvina, llena de remordimientos, y susurrando "Ya no siento lo mismo, ya no" Y pasará. No es un amor tan enraízado. Es solo el leve toque de la esperanza.
Me gustaría escribir poesía en un ensayo.
La biblia dice de David que es un pastor, último de los hijos de un pastor, hermano de hombres valientes que luchan contra los filisteos. Para aquí un momento: siempre quise empezar una narración  con la frase "La biblia dice", y el siempre es sólo una exageración misma de la literatura, el siempre empezó cuando acepté que la teología es lo que invade la mente de los curiosos, cómo es posible cegarse ante la fe, creer en la levedad de la vida, en dejarse llevar. A mí también me entran ganas de ser hombre con tal de poder ser cura, con tal de repartir paz, con tal de enamorarme, sentir un arrebato moral, y dejar los hábitos. Qué mala influencia son Mario y Valera. Ah qué bien despistas. Entonces, David, al principio, es sólo un pastor, con una inteligencia que parte de la observación, casi de lo innato, y que es valiente en la medida que sabe que va a triunfar. No es un héroe, es sólo listo. Llega entonces el personaje de Goliat. Goliat es un gigante que lucha con los filisteos, cuando aún se creeían en gigantes, cuando lo pagano convivía con la gloria de la verdad de Dios. Goliat es una creación a medida de las necesidades de David. ¿Existió alguna vez un rey llamado David? ¿Mató a un gigante? Desde luego la realización de la ofrenda se parece inreíblemente a la de los antiguos griegos en La Iliada. Una lucha de los dos mejores, y quien gane, hace innecesaria la guerra, la derrota y la muerte, convirtiéndose en deudor de vidas y de fuente de agradecimiento y heroísmo eterno. David se presenta como la última oportunidad, y aunque se rien de él Saúl sabe ver en él la hilaridad de su expresión oral. Juega con las palabras como dirige a sus ovejas, con bastón, firmeza y algo de encanto. David no es ningún guerrero, aunque bien conozca el arte de guerrear, él prefiere hablar, ceder, atormentar, castigar con esa lengua viperina, ay esa lengua es la que lleva a la gloria, la que provoca la envidia de Saúl, pero la que le salva de heridas lacerantes y frustraciones ajenas. Saúl le permite, no está siendo condescendiente, hay una esperanza que cae a goterones por el cuerpo de David, y el rey sabe olerlo. De Goliat no se sabe mucho. Goliat no es nadie. Es un instrumento, bien literario, bien biográfico, para el fin de David. Goliat tiene nombre porque la leyenda la de "David y el gigante Goliat" se extenderá más allá de los muros de Israel. No mató a un gigante, si no al gigante de los filisteos, de ahí la necesidad de su nombre. Si no, si fuera un gigante cualquiera, el nombre sería innecesario. Es lo opuesto a la bondad. Y sin embargo David nunca fue bueno. David fue, a lo largo de toda su vida, un lobo con piel de cordero, desatando furia y encanto allí dónde acampaba, siendo el más listo y a la vez el más ingenuo, engañando así, hasta acabar solo pero en la gloria del recuerdo. Conocí una vez a un hombre igual, no creí que existieran, y es verdad, no existen, mi David es una copia de la imaginación de otros hombres. David no es nadie sin la leyenda, sin la tragedia, el teatro, la labia, el encanto, la sutileza, el engaño, serpiente, dime ahora porqué no me tatué una serpiente con los colmillos sangrantes, ay mi sangre, me has envenenado y sólo tú tienes la medicina. Mi Goliat es un proyecto. Es el reflejo de la gloria de otro hombre. David y Goliat existen en mi imaginación en la medida en la que hubo antes un David, y un Goliat que quisiera enfrentarlo. David siempre me dijo que hay que preguntar sobre las dos versiones. No se sabe la versión de Goliat, y escúchame bien: por eso mantengo la esperanza. O no, o es que estoy ciega. El destino ya me ha dicho que David siempre triunfará sobre Goliat, que no hallarán cabeza y cuerpo juntos, que su destino es morir bajo la mano de David. Los dos lo sabemos. Ya has matado a Goliat porque su recuerdo no me hará sufrir tanto como el tuyo. Pero ¿Y si el destino me está diciendo que aún no está escrito? Dímelo tú, Goliat, dame curiosidad.
¿Debo deshacerme de la suerte de Goliat, ya que siempre morirá por culpa de David? ¿Debe la existencia de David, aplacar mi esperanza sobre Goliat? ¿Existiría esta fragilidad por Goliat sin haber conocido la gloria de David?  ¿Qué hacer, tirar la toalla o escribir mi destino?
Dímelo tú Goliat, deja de jugar a ser Granchester.

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